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Hijos, discípulos y amigos de Julián Marías le recuerdan como «maestro de la libertad»

En «La huella de Julián Marías», cuarenta y seis autores escriben sobre el «espectador» constante, agudo, vigilante y profundo, y padre del pensamiento libre

JULIÁN DE DOMINGO Helio Carpintero, Gonzalo Anes, Esperanza Aguirre y Gregorio Salvador (de izda a dcha), ayer en el homenaje

ANTONIO ASTORGA

MADRID. Antonio Mingote dibuja un cielo por el que pasean José Ortega y Gasset y Sócrates. Por detrás asoma la figura de Julián Marías, que corre para incorporarse a la charla de los sabios. El autor de «España invertebrada» le comenta al pensador que jamás escribió una línea: «Ahí viene mi discípulo Julián, querido Sócrates, que nos explicará de modo inteligible lo que está pasando en España, cosa difícil de entender para una mente corriente». La viñeta era relatada por Gregorio Salvador en la presentación, ayer, del libro «La huella de Julián Marías: un pensador para la libertad», con el que la Comunidad de Madrid evoca a un hombre que jamás traicionó su pensamiento y en el que colaboran cuarenta autores. Ipso facto, un eterno aplauso inundó la Real Casa de Correos, rebosante de admiradores y lectores hacia una figura como la de Julián Marías, que se agranda día a día tras su muerte.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ensalzó la insobornable libertad de criterio y el carácter siempre ajeno a cualquier sectarismo y dispuesto a comprender a los demás que sostuvo la vida y obra de Julián Marías: «Se esforzó por acabar con las exclusiones y buscó lo que nos une. Pero fue visto con «recelos» por las distintas Españas oficiales que le tocó vivir y que privaron a muchos universitarios del mejor maestro que podrían haber tenido».

El desdén de las «capillitas»

Esperanza Aguirre recordó que el desdén de las «capillitas políticamente correctas» hacia Marías acrecentó su libertad y le alejó de las camarillas. «Increíblemente no fue catedrático de Universidad, pero eso agudizó sus dotes de maestro. Los discípulos que se le negaron los recuperó a través de sus libros y de sus artículos y siempre le han mostrado un respeto y una admiración que compensan los ninguneos oficiales». Julián Marías ha tenido siempre la gentileza de escribir con una admirable claridad: «Con una prosa limpia y cuidada, sus escritos siempre nos van a ayudar a entendernos mejor y este libro conjunto nos ayudará a todos a conocer mejor el ejemplo humano, cívico e intelectual que, en todo momento, nos ofreció con una generosidad constante Julián Marías».

Gregorio Salvador soñaba con vivir una mañana abrileña en Alcalá con motivo de un premio Cervantes: «Pero se nos ha ido sin haberlo recibido -lamentó-. Y sin muchos otros». Como el Nacional de Literatura de Ensayo, que se viene concediendo desde 1942, y que han recibido «libros absolutamente olvidados, sin ningún valor literario, reuniones de artículos dispersos, trabajos sin ninguna intención frente a las maravillosas obras de Julián Marías, leídas y traducidas a muchas lenguas. Se murió sin recibir ese premio -denunció Gregorio Salvador-, ni el Cervantes, lo cual es una vergüenza que constará en la Historia».

El director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, rememoró cómo Marías, a pesar de sufrir la inquina en la posguerra, renunció al exilio y enseñó a formarnos: «Reconoció siempre que la idea de considerar España como un mosaico se formuló en la segunda mitad del siglo XIX. Ortega se refirió a ello en «España invertebrada». Actualmente, la diversidad enriquecedora se ve en sus particularismos y la aprovechan algunos políticos para formar su clientela. Con la tergiversación de la historia, se fomentan sentimientos nacionalistas, con el independentismo como meta a alcanzar. Fundar sentimientos en falsedades ha tenido siempre pésimas consecuencias. Esperemos que la sensatez y el buen juicio se impogan frente a esa tendencia a presentar lo español como caso particular negativo en la historia de Europa, lo que siempre tuvo, tiene y tendrá efectos negativos para la convivencia y para las libertades. La lectura de las obras de Julián Marías sobre España y su historia espero que sirva para aclarar ideas y fundamentar juicios y actitudes».

«Por mí, que no quede»

Helio Carpintero, vicepresidente de la Fundación de Estudios Sociológicos (FUNDES) -que ha colaborado en la edición del libro- delineó la obra «moral y responsable» de un Marías que sostenía: «Por mí, que no quede». «Y fue, en esa cátedra sin alumnos, sin departamento, sin colaboradores, la que vino a servir de trampolín para su enorme labor pedagógica y creadora».

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